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Testimonio de tres vocaciones

Testimonio de tres vocaciones <p style="text-align: justify;"><em>Tres sacerdotes de nuestra di&oacute;cesis: su vocaci&oacute;n y sus motivos de felicidad y alegr&iacute;a</em><strong></strong></p> <p style="text-align: justify;"><strong>DIEGO FERNANDO HERRERA</strong>&nbsp;<em>es un sacerdote reci&eacute;n llegado de Boyac&aacute; (Colombia). Entr&oacute; al Seminario Mayor de Bucaramanga a los 17 a&ntilde;os movido por comprobar si era su sitio, si el Se&ntilde;or lo llamaba por ah&iacute;&hellip; (&iexcl;Y RESULT&Oacute; QUE S&Iacute;!). Fue ordenado sacerdote a los 25 a&ntilde;os y despu&eacute;s de estar a&ntilde;o y medio de cura en su pa&iacute;s vino a Albacete a echarnos una mano pues lleg&oacute; a sus o&iacute;dos la necesidad de curas en Albacete. Aqu&iacute; lo tenemos, como una inyecci&oacute;n de juventud en nuestra di&oacute;cesis, en la parroquia de San Juan de Albacete como vicario parroquial.</em></p> <p style="text-align: justify;"><strong><em>- &iquest;C&oacute;mo descubriste que El Se&ntilde;or te llamaba al sacerdocio?</em></strong><br />- Mi mayor motivaci&oacute;n para el sacerdocio era servir a la gente, algunos me dec&iacute;an que desde otro lado tambi&eacute;n lo pod&iacute;a hacer; s&iacute;, es cierto; pero lo que lo hace diferente es servir a los hermanos desde el lado de Dios; que &Eacute;l fuera conocido y vivido: esa es la tarea principal del cura.</p> <p style="text-align: justify;">Mi mayor alegr&iacute;a es que siendo sacerdote, he podido conocer m&aacute;s a Jes&uacute;s; lo he vivido a pesar de las dificultades que he tenido. Es cierto no es f&aacute;cil seguirlo, pero es posible con su ayuda. Lo que me hizo optar por &Eacute;l lo intento vivir todos los d&iacute;as, &ldquo;quiero vivir sirviendo, para morir amando.</p> <p style="text-align: justify;"><strong>SANTIAGO BERMEJO MART&Iacute;N</strong>&nbsp;<em>entr&oacute; al seminario con 21 a&ntilde;os, reci&eacute;n terminada la carrera de magisterio y con plaza ya asignada. En la actualidad es Vicario Episcopal de la Zona La Mancha y p&aacute;rroco de San Sebasti&aacute;n de Villarrobledo.</em></p> <p style="text-align: justify;"><strong><em>-&iquest;C&oacute;mo surge tu vocaci&oacute;n?</em></strong><br />- Mi vocaci&oacute;n hunde sus ra&iacute;ces en los valores que mis padres me inculcaron desde la infancia (honradez, generosidad, compartir, esfuerzo, perd&oacute;n, &hellip;). A eso se le sumaron las vivencias de mi parroquia y de mi grupo juvenil de la Instituci&oacute;n Teresiana (oraci&oacute;n personal, formaci&oacute;n, jornadas de verano, encuentros, eucarist&iacute;as, lectura espiritual, acompa&ntilde;amiento, etc.). Todo ello me capacit&oacute; para decir &ldquo;S&Iacute;&rdquo; cuando el Se&ntilde;or me lo pidi&oacute;. Hablando de esa etapa recuerdo que estaba trabajando en un bar, a la vez que estudiaba Magisterio. Concretamente recuerdo momentos en los que no hab&iacute;a clientes en el bar y ve&iacute;a pasar gentes, coches&hellip; y me pensamiento estaba en llamada que sent&iacute;a en mi coraz&oacute;n. Con el tiempo me doy cuenta de que a David el Se&ntilde;or lo llam&oacute; de detr&aacute;s del reba&ntilde;o, a m&iacute; me llam&oacute; de detr&aacute;s de la barra del bar.</p> <p style="text-align: justify;"><strong><em>-&iquest;Tus mayores alegr&iacute;as?</em></strong><br />- Es dif&iacute;cil mencionar &ldquo;algunas&rdquo; alegr&iacute;as, porque verdaderamente la vida sacerdotal, la tarea pastoral, la amistad con Jes&uacute;s es una fuente continua de alegr&iacute;a.</p> <p style="text-align: justify;">Pero quiz&aacute; una de las alegr&iacute;as m&aacute;s grandes y que m&aacute;s me sorprende a diario es que, a pesar de mis debilidades y limitaciones, Dios se sirva de mi persona, mi palabra, mi cercan&iacute;a, para&nbsp; hacerse presente en la vida&nbsp; de otros, d&aacute;ndoles &aacute;nimo, iluminando su caminar, confirmando su fe, consolando su dolor, orientando sus decisiones, suscitando su generosidad, aumentando su esperanza, etc. Por todo ello doy gracias al Se&ntilde;or cada d&iacute;a.</p> <p style="text-align: justify;"><strong>JUAN C&Aacute;RDENAS HERN&Aacute;NDEZ&nbsp;</strong><em>(Vice-ec&oacute;nomo Diocesano)</em><strong></strong></p> <p style="text-align: justify;">En mis recuerdos de ni&ntilde;o hay algunos elementos que podr&iacute;an significar los inicios de mi vocaci&oacute;n, aunque en aquellos momentos yo no tuviera conciencia de una llamada. Me hab&iacute;a criado en una familia fundamentalmente cristiana, con alguno de sus miembros muy religiosos, que se ocuparon especialmente de mi, y de mi formaci&oacute;n.</p> <p style="text-align: justify;">Hice la primera comuni&oacute;n con 9 a&ntilde;os, un poco tarde para aquella &eacute;poca. Tuve buenos maestros cristianos, especialmente alguno de ellos, que me ayudaron a empezar la adolescencia con un bagaje religioso que me permiti&oacute; entrar en la vida laboral a los 11 a&ntilde;os.</p> <p style="text-align: justify;">El origen consciente de mi vocaci&oacute;n yo lo sit&uacute;o en el encuentro con dos amigos. Agradezco a Dios este encuentro, pues ellos fueron los que salvaron mi adolescencia y, sin darse cuenta, estimularon mi vocaci&oacute;n. Uno de los amigos ya ha muerto. El otro vive, con los achaques propios de la edad, felizmente casado y con un buen plantel de hijos, uno de ellos sacerdote.</p> <p style="text-align: justify;">Otro encuentro determinante de mi vocaci&oacute;n fue el contacto con los movimientos obreros que trabajaban en mi pueblo en los a&ntilde;os 50. La Hoac y la Joac, que despu&eacute;s pasar&iacute;a a llamarse JOC. En ellos milit&eacute; hasta entrar en el Seminario a los 18 a&ntilde;os.</p> <p style="text-align: justify;">Fui ordenado con 28 a&ntilde;os, y me dediqu&eacute; a trabajar con j&oacute;venes como capell&aacute;n de un instituto, as&iacute; como en el movimiento diocesano de estudiantes, la JEC. Poco despu&eacute;s me destinaron al Seminario Diocesano como educador de los estudiantes de Filosof&iacute;a. Al mismo tiempo me ocupaba de la administraci&oacute;n de la casa. Despu&eacute;s de 9 a&ntilde;os en estas tareas solicit&eacute; marcharme a la misi&oacute;n diocesana de Safan&eacute;, en Burkina Faso, en la que compart&iacute; ilusiones y trabajos con unos compa&ntilde;eros extraordinarios: Paco Gil, Pedro Ortu&ntilde;o y Manolo de Diego. Ellos me ense&ntilde;aron mucho y me estimularon para vivir los a&ntilde;os m&aacute;s felices de mi vida.</p> <p style="text-align: justify;">A la vuelta de &Aacute;frica he pasado por diferentes situaciones: p&aacute;rroco de unos pueblos, p&aacute;rroco en la capital, sin dejar la tarea que me asignaron desde mi vuelta: la administraci&oacute;n econ&oacute;mica diocesana.</p> <p style="text-align: justify;"><strong><em>-&iquest;Tus mayores alegr&iacute;as?&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;&nbsp;<br />-&nbsp;</em></strong>En todas las situaciones en las que ha transcurrido mi vida de sacerdote: educador de j&oacute;venes, y, especialmente de seminaristas, evangelizador en &Aacute;frica, p&aacute;rroco o coadjutor, administrador o capell&aacute;n, muchas de ellas vividas simult&aacute;neamente, y a pesar de los grandes fallos y pecados en los que he incurrido, creo que el Se&ntilde;or nunca me ha dejado perder la alegr&iacute;a profunda que empec&eacute; a sentir cuando me decid&iacute; a dar el SI a mi vocaci&oacute;n. El Se&ntilde;or, adem&aacute;s de ser para m&iacute; una providencia continua, ha sido siempre mi alegr&iacute;a. Incluso en medio de unas cuantas enfermedades que han ido apareciendo con la edad, y que espero, me hayan ayudado a configurarme un poco con Jesucristo Crucificado.</p>
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