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Todavía nos queda tanto por hacer... PARTICIPA

Todavía nos queda tanto por hacer... PARTICIPA <p align="justify">Como cada año, celebramos el día de la Iglesia Diocesana. Este año tenemos motivos para hacer una reflexión especial sobre la situación de nuestras comunidades cristianas y sobre lo que cada uno de nosotros hacemos o podemos hacer en nuestra comunidad concreta. Estar bautizados nos permite y nos obliga a sentirnos responsables de la vida de nuestra iglesia. Como dice el apóstol Pablo: &quot;Saber dar razón, de nuestra fe y de nuestra esperanza&quot;. </p><p align="justify">Es preocupante que, según un estudio realizado recientemente, exista un desconocimiento generalizado de la actividad de la Iglesia, de sus necesidades económicas y del cambio producido en el sistema de financiación. Hacemos cosas, sí, y muchas más podríamos hacer por la fuerza del Evangelio. Pero también es verdad que no sabemos &quot;vender&quot;, es decir, dar a conocer nuestro trabajo. </p><p align="justify">La Iglesia, concretada en cada una de nuestras parroquias, está presente en todos los acontecimientos de nuestra vida; momentos felices: nacimiento, matrimonio, confirmación, etc. o momentos dolorosos: enfermedad, muerte. La Iglesia ayuda a los más necesitados de nuestra sociedad, pensemos en toda la labor que desarrolla Cáritas u otros grupos de Iglesia, por ejemplo: con transeúntes, inmigrantes, enfermos crónicos y de sida, familias rotas... etc. </p><p align="justify">La Iglesia aporta a la sociedad valores permanentes que nos ayudan a crecer como personas y mejoran la convivencia: fe y costumbres, defensa de los derechos humanos, solidaridad, perdón, esfuerzo. Podemos recordar también todo lo que ha hecho y hace la Iglesia en el mundo de la enseñanza. </p><p align="justify">Es evidente que recordar esta vida que la Iglesia ofrece a la sociedad obliga a pensar en las personas que hacen todo ese trabajo. </p><p align="justify">Con motivo del Día de la Iglesia Diocesana podemos y debemos preguntarnos ¿cómo continuar haciendo presente a la Iglesia en la sociedad?, ¿cómo mantener la actividad de tantos hombres y mujeres que trabajan en nombre de su fe, y por tanto de la Iglesia? Dicho más claramente, ¿cómo se va a mantener económicamente la Iglesia si a partir de ahora el Estado no le entrega absolutamente nada?</p><p align="justify">&nbsp;A partir de ahora, el sostenimiento de la Iglesia dependerá única y exclusivamente de los católicos y de quienes valoren la labor que desarrolla. Todo va a depender de nosotros. A partir de este momento las únicas fuentes de financiación de la Iglesia serán las aportaciones y donaciones que realicen los fieles y el 0,7% de la cuota íntegra de los contribuyentes que marquen en su declaración del lRPF la casilla correspondiente. </p><p align="justify">Esta nueva situación tiene sus ventajas pero también implica un mayor grado de responsabilidad. Es el momento de participar más activamente en el día a día de nuestra Iglesia. ¿Cómo? No sólo apoyando la labor y las actividades de cada parroquia, diócesis, etc. sino también demostrando nuestra corresponsabilidad económica, por ejemplo con suscripciones periódicas.</p><p align="justify">&nbsp;Según los datos de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas correspondiente al mes, de julio pasado, el 79,6% de los españoles nos declaramos católicos. Somos muchos. Este es un buen momento para demostrarlo. </p><p align="justify">Por último, el sostenimiento de la Iglesia debe ser para todos nosotros el resultado del agradecimiento al Señor por lo que, gratuitamente, hemos recibido de Él. La palabra &quot;limosna&quot;, tan desprestigiada, lleva consigo este significado: la forma de agradecer a Dios los favores recibidos con, la propia vida. Desde los comienzos de la Iglesia las limosnas de los fieles han servido para mantener a las personas e instituciones con medios suficientes, pues ia presencia de la Iglesia es garantía de que los pobres sean atendidos siempre. Más aún, la Iglesia ofrecerá siempre a todos algo que necesitamos todavía más que el dinero: ser tratados con cariño, ser reconocidos como personas en cualquier circunstancia, en la vida y en la muerte; porque la Iglesia nos ofrece el amor de Dios. </p>
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